Riquelme hizo la pretemporada más fuerte en años. Cumplió con todos los entrenamientos con una rareza: se lo cuidó a la hora de hacer fútbol para que se concentrara en lo físico. En el club están chochos con su trabajo.
Lo tienen atado a una soga elástica. Tracciona, empuja, se exige para vencer una resistencia imposible. Va y viene. Descansa con las manos en la cintura. Mira desde un costado. Con campera, pantalón largo y guantes. Y botines blancos. Se ríe con el Cata Díaz, se abrazan y se vuelven a reír. Enseguida le toca saltar unas vallas y meter una corrida larga. También hay conitos y más conitos. Por toda la cancha. Es Juan Román Riquelme, a los 35, en su mejor pretemporada de los últimos años. Con asistencia perfecta a cada uno de los entrenamientos físicos en el cierre de la cuarta semana de trabajo. Y hoy va a San Luis, como figura principal de un Boca con todos los refuerzos.
Lo raro de este Riquelme es que, al revés de lo que sucedió en anteriores etapas preparatorias, prefieren cuidarlo en los trabajos con pelota o prácticas de fútbol. La prioridad está puesta en lo físico, para que pueda recuperar los siete meses perdidos y la falta de una pretemporada en el receso anterior. Ayer hubo otro ejemplo: pasó por la soga elástica, vallas y conitos, pero cuando llegó el momento de realizar ejercicios de definición le tocó moverse alrededor de la cancha con Blandi, Rivero y José María Castro, uno de los ayudantes de campo.
Todos en Boca están muy contentos e ilusionados con su puesta a punto. Fue difícil el semestre pasado, con apenas 13 partidos entre campeonato, Libertadores y Copa Argentina. Y ahora la intención es que ya no sea un jugador que vuelve del retiro y que pueda lograr continuidad en la única competencia (y objetivo) que hay, que es el torneo Inicial. Bianchi cuenta con eso, lo cuenta como bandera de un equipo en el que tiene también al Cata Díaz, Gago y Gigliotti.
La decisión de quedarse en Casa Amarilla y no partir hacia ningún destino con sierras (Tandil) o exótico (Marruecos) facilitó la organización de la pretemporada de Riquelme y de todos. No se movilizaron, no cambiaron de canchas (suelen afectar el trabajo y generar contracturas cuando son duras) y no perdieron entrenamientos por viajes. “Fue muy funcional quedarse acá”, explican en el club. Y ya en los dos partidos que se jugaron se logró una buena ejecución del acondicionamiento físico, por el ritmo que mostró el equipo, en ambas oportunidades con Román como enganche.
Justo él, que siempre se rió de las pretemporadas y solía decir que lo que más necesitaba era jugar a la pelota para sentirse bien, ahora se la pasa más con Alfano que con Bianchi. Para -como dice siempre- poder regalarle otro campeonato al hincha de Boca.
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Carlos